Cajas de seguridad privadas: explota la demanda pero faltarían bóvedas, cámaras y equipos biométricos

El Cronista - 19 de Julio de 2022

El negocio de las cajas de seguridad privadas vive un boom en la Argentina desde las PASO de 2019, fenómeno que se acentuó con la pandemia, debido a la incertidumbre macroeconómica y la menor oferta de los bancos, sumado a la ampliación de este servicio.

Pero las trabas a las importaciones amenazan con frenar su crecimiento. Si la situación no se revierte, en los próximos meses, faltarían bóvedas. Hausler e INGOT, empresas referentes en el sector, temen que sus planes de expansión se vean afectados por las restricciones a la compra del equipamiento que traen desde Alemania.

Ambas compañías proyectan abrir nuevas sedes en lo que resta de 2022 y durante 2023. Hausler tiene en carpeta la inauguración de dos sucursales antes de fin de año -una en Santa Fe y Callao, y otra sobre la avenida Figueroa Alcorta- y cuatro para el próximo, con foco en el interior. En tanto, INGOT abrirá tres antes de fin de año, en Quilmes, Flores y una locación que dará a conocer en breve. Al igual que su competidora, tiene previstas otras cuatro para 2023.

Las firmas ya tienen la mayor parte de la infraestructura necesaria para las aperturas más próximas, pero aún no ingresó la que requieren para montar las siguientes, en un contexto de alta demanda, en el que varias de sus sucursales operativas tienen lista de espera y otras están con una ocupación casi plena.

«Además de las bóvedas, importamos el sistema de biometría y el circuito de cámaras de televisión. Se trata de tecnología que importamos en su totalidad, porque no se fabrica en la Argentina. No tiene sustitución», asegura Carlos Gesino, CEO de Hausler.

«Tenemos cubierto este año, porque anticipamos las compras en un escenario de planificación adelantada. Pero estamos preocupados por 2023. No tenemos ninguna orden de importación por delante», reconoce el ejecutivo, que se encuentra negociando con un proveedor germano la financiación con plazo a 180 días, como lo estipula la disposición del Banco Central que rige para la industria.

Hausler crece a un ritmo del 30% interanual, medido en términos de superficie constante. «En los últimos dos años, experimentamos un crecimiento sostenido. Vemos una fuerte migración de clientes del sistema bancario ante la contracción de su oferta, por el cierre de sucursales y la escasa disponibilidad actual. A eso se le suma el descontento con el servicio», explica Gesino.

La empresa cuenta con más de 11.800 clientes y seis sucursales, ubicadas en el microcentro porteño (en Florida y Paraguay), Belgrano, el shopping Alto Palermo, Martínez, Pilar y Córdoba capital. «La del centro está al límite de su ocupación. En las otras, realizamos inversiones para ampliar su capacidad», detalla.

El año pasado, Hausler introdujo un servicio superador de resguardo de valores, que busca instalar en sitios de proximidad a domicilios, donde el usuario opera sin intermediarios y la interacción se realiza de forma electrónica, sin contacto humano. Para hacer sus transacciones, debe ingresar a un espacio privado blindado. Allí, un robot le acerca su caja de seguridad que, luego de sus movimientos, se encarga de retirar y guardar en el lugar correspondiente.

Por su parte, INGOT registró un 50% más de demanda en su casa central de Corrientes y Florida, a partir de la crisis que generó la renuncia de Martín Guzmán. El resto de sus sucursales, las de Nordelta y Córdoba, tuvieron un 30% más. Actualmente, tiene 3500 clientes y busca concientizar a la población sobre la importancia de proteger sus valores fuera del hogar y la oficina, lejos del alcance de un delincuente, una inundación o un incendio.

«La sede de Nordelta ya está completa. La incertidumbre aceleró nuestro crecimiento desde que iniciamos las operaciones en 2019. Nos llegan consultas de mucha gente que busca conocer la oferta, ante la posibilidad de que la situación empeore, para estar preparados por si llega ese momento», destaca Juan Piantoni, CEO y fundador de INGOT.

Como en el caso de Hausler, sus bóvedas son de origen alemán, totalmente automatizadas. «Por el cupo a la importación de bienes de capital, nos preocupa la posibilidad de que no accedamos a insumos básicos para las próximas aperturas. Para la sucursal que abriremos en Flores, ya tenemos todo el material. Pero para la que montaremos en Quilmes tenemos un 75% de los componentes que precisamos para dejarla lista. No tenemos confirmado uno de los robots», admite Piantoni.

CAJAS DE SEGURIDAD NO BANCARIAS, UNA PROPUESTA DIFERENTE

Con precios más bajos que los de su competencia bancaria, las cajas de seguridad privadas buscan diferenciarse con más prestaciones y tecnología de avanzada en su seguridad. Entre sus ventajas, sobresalen un horario de atención más amplio (de lunes a sábado), un plazo de contratación flexible y el uso de salas de reunión y espera individuales.

El alquiler puede pactarse por días, semanas o meses, mientras que en los bancos, generalmente, los contratos son anuales. Para ser cliente, solo hace falta presentar el DNI y un servicio a nombre del titular.
Los valores de las cajas varían depende del tamaño. Hay cuatro disponibles (chica, mediana, grande y extra grande). El dato no es menor. El 90% de los bancos solo ofrece la medida más pequeña. A su vez, hay bóvedas exclusivas para cripto wallets y arte.

Al ingresar a las sucursales, se deben atravesar diferentes niveles de acceso que incluyen molinetes, puertas enrejadas, detectores de metales, sensores de movimientos, barreras infrarrojas e identificación personal con lector de huellas dactilares y reconocimiento facial y de iris.

Además, cuentan con personal de seguridad las 24 horas los 365 días del año, circuitos cerrados de cámaras con monitoreo remoto, sistemas de alarmas sofisticados y protección de datos personales encriptados. Se resguarda la identidad del cliente a través de un alias, evitando su contacto con otras personas.