Están ubicadas fuera del circuito tradicional y se puede acceder en cualquier día y horario. Tienen 9 anillos de seguridad que incluyen reconocimiento de rostro, iris y huella dactilar, y un sistema robótico automatizado que acerca los valores a cada usuario sin tener que ir hasta la bóveda
La desconfianza en los bancos, la limitación de los horarios e incluso la falta de disponibilidad hace que mucha gente no pueda o no quiera tener una caja de seguridad tradicional para guardar sus objetos de valor o dinero. Pero hay alternativas fuera del circuito bancario que además incluyen lo último en tecnología para ofrecer más seguridad y también comodidad: gracias a un sistema robótico, la caja va al usuario en vez del usuario a la caja.
“Hay muchas empresas similares en Europa y en Estados Unidos, pero no todavía en Argentina. Queremos brindarle al cliente un servicio totalmente distinto, accesible en cuanto al costo beneficio y también respecto a la ubicación y a los horarios en los que puede operar. Por eso trajimos al mercado las bóvedas automatizadas, que además de ser una experiencia única y cómoda, incluyen nueve anillos de seguridad para ingresar” explica Juan Piantoni, CEO de INGOT, una de las compañías que ofrecen este servicio en el país.
Es un sistema de resguardo de valores -mucha gente guarda otras cosas, además de billetes o joyas-, con más de 1800 robots instalados en el mundo, brindando la mayor seguridad para cuidar dinero u objetos de valor, más cerca, más accesible y con la posibilidad de usarlo las 24 hs del día los 7 días de la semana. Están desarrolladas y fabricadas en Alemania.
Cómo funcionan las bóvedas robóticas
Además de estar ubicadas en lugares no tradicionales -aunque hay un local en el Microcentro-, permiten a los usuarios agendar un turno en cualquier día y horario y entrar de manera discreta, sin cruzarse con otras personas. La amplitud horaria (las 24 hs los 365 días del año), permite que ante una emergencia sea posible acceder a nuestra caja de seguridad sin depender del famoso horario bancario.
Cuando los usuarios llegan al lugar deberán pasar por nueve anillos de seguridad, que incluye puertas blindadas con sistema de esclusas, cerrojo, molinete de alta seguridad, detector de metales, puertas corredizas y reconocimiento biométrico de huella, rostro e iris, junto a ID y PIN personal. “Parece la presentación de la serie El Superagente 86, pero todo el proceso no dura más de dos minutos”, aclara Piantoni.
Al acceder a la bóveda, está la diferencia más grande frente a las cajas de seguridad bancarias: no hace falta ir hasta un recinto en el que están ubicados todos los valores, sino que se espera en una sala y mediante un sistema robotizado la caja llega al usuario.
Las bóvedas automatizadas cuentan con pesos superiores a las 16 toneladas y se fijan a la estructura de la sucursal, tienen sensores sísmicos integrados y están preparadas para ataques con oxicorte, punta de diamante y explosivos. Tienen un grado de certificación de resistencia antirrobo e incendio superior a las bóvedas tradicionales de hormigón reforzado con las que cuentan las entidades bancarias.
Justamente para salir de los lugares más clásicos para este tipo de servicio, la empresa instaló su primera sucursal en Nordelta y los primeros clientes experimentaron varias de las ventajas y la facilidad de uso.
“Un matrimonio de 95 y 92 años, con andador y con bastón, fueron los primeros en contratar y usar una de las cajas. Pudimos ver la reacción de la pareja y vimos lo fácil e intuitivo que les resultaba. Pero además de acceder de manera sencilla, no tuvieron que agacharse o estirarse para agarrar la caja, llevarla y devolverla a un box, sino que aparece a la altura de una mesa, para que sea más simple para cualquier persona acceder a sus valores. Que tu caja llegue a vos es algo que la gente valora muchísimo”, detalla Piantoni.
Actualmente, cuenta con 6 sucursales y la empresa planea abrir más el año que viene en Thays Parque Leloir, Mendoza, Rosario, Salta y Neuquén, entre otros lugares. El servicio, según el CEO, cuesta por mes “menos que llenar un tanque de nafta”.
La contratación de la caja incluye un seguro de 50.000 dólares y el cliente puede aumentarlo hasta 300.000. Además, al igual que con las cajas tradicionales, se puede contratar con uno o más titulares y también con personas autorizadas. Por cada una pueden operar hasta cuatro personas y existe la opción de contratar una en la que dos personas a la vez tengan que estar para acceder a los valores.