Las empresas del sector planean abrir más sucursales y diferenciarse de la propuesta de los bancos, a medida que surgen nuevos jugadores. ¿Cuánto cuesta el servicio?
Se disparó un 30% la demanda de cajas de seguridad extrabancarias desde el inicio de la cuarentena y, a diferencia de otros sectores en crisis, el resguardo de valores vive un boom. Todo indica que el mercado local seguirá en auge, sumado al anuncio del súper cepo.
El mayor interés por el servicio propicia el desarrollo del negocio: con bóvedas llenas y listas de espera en algunos casos, los principales jugadores del rubro se expanden con nuevas sucursales y más empresas se suman al segmento para darle pelea a la banca.
A Hausler, pionera en el sector desde 2014, le creció un 20% la contratación del servicio desde fines de marzo hasta la actualidad. «La demanda se sostiene desde las PASO y las elecciones presidenciales de octubre, cuando se duplicaron las consultas. Esperamos cerrar 2020 por encima de 2019, un año récord para nosotros», afirma Jorge Gatto, CEO de la firma, con más de 7000 clientes y cuatro sucursales en el microcentro (Florida y Paraguay), Belgrano, Pilar y Córdoba.
Casi no hay disponibilidad en Hausler y ya hay lista de espera. «El nivel de ocupación es del 90%. A su vez, las cajas de los bancos están llenas, no hay lugar. Crece la preocupación de la población por resguardar sus valores», describe.
La empresa acelerá el plan de expansión para el próximo año y abrirá nuevos espacios. «Convivirán algunos tradicionales con otros robotizados, un concepto novedoso en el mundo, con tecnología y operatividad modernas y eficientes», adelanta el ejecutivo, y añade que hoy es la empresa con mayor capacidad instalada en la región.
En 2019, Juan Piantoni, uno de los fundadores de Hausler hace seis años, invirtió $ 200 millones en la creación de INGOT, una compañía que ahora le disputa el liderazgo a su predecesora.
Su casa central está ubicada en la Avenida Corrientes, en una superficie de 1000 metros cuadrados con capacidad para 6000 clientes y cuatro bóvedas. Dos de ellas están dedicadas a la protección de obras de arte y criptowallets, con espacio para pinturas, esculturas, billeteras para criptomonedas y sus respectivos dispositivos electrónicos.
«La demanda continúa en alza desde el cambio de Gobierno. En el aislamiento, aumentó un 30% y las consultas se incrementan día a día. Recibimos entre 300 y 400 visitas por día en la página web. Existen más de 1 millón de potenciales clientes que desean resguardar sus valores de manera privada», analiza Piantoni.
La compañía tiene en carpeta la apertura de dos nuevas sucursales antes de fin de año en la provincia de Buenos Aires y el interior del país. «Incorporaremos un sistema de bóvedas automatizado», anticipa, y añade que «las previsiones macro no son alentadoras y la gente se inclinará por opciones alternativas para conservar sus activos».
Aunque en la Argentina la prestación del servicio es incipiente, en otros países la industria ya es madura y los referentes se ilusionan con la tendencia creciente de proteger activos por fuera del sistema bancario. «El fenómeno crece a nivel mundial. Por ejemplo, en Inglaterra ya hay 33 empresas como la nuestra», asegura el CEO de INGOT.
Con precios similares a los de su competencia bancaria, el sector busca diferenciarse de la oferta tradicional con más prestaciones y tecnología de avanzada en su seguridad. Entre sus ventajas, sobresalen un horario de atención más amplio que el de los bancos y un plazo de contratación flexible.
Hausler opera de 9.30 a 18.30 horas de lunes a viernes y sábados de 10 a 14 horas, pero en la cuarentena tiene horarios restringidos. Ingot abre de 9.30 a 18.30 horas en la semana (ahora cierra a las 17 horas) y de 10 a 14 horas los sábados (sin cambios durante el aislamiento, al igual que Hausler). En cambio, en las entidades tradicionales, la franja horaria se reduce de 10 a 15 horas de lunes a viernes.
El alquiler puede pactarse por unos días, semanas o meses; mientras que en los bancos, generalmente, los contratos son anuales. «Para abrir una caja, solo hace falta presentar el DNI y un servicio a nombre del titular. Por el contrarios, los bancos exigen ser cliente», sostiene Gatto.
Al ingresar a las sucursales, se deben atravesar hasta nueve niveles de acceso, como ocurre en INGOT. Estas instancias incluyen molinetes, puertas enrejadas, detectores de metales, sensores de movimientos y sísmicos, barreras infrarrojas e identificación personal con lector de huellas dactilares y reconocimiento facial y de iris.
Además, las compañías poseen personal de seguridad las 24 horas los 365 días del año, circuitos cerrados de cámaras con monitoreo remoto, sistemas de alarmas sofisticados y protección de datos personales encriptados.
Muchas de estas sucursales están ubicadas en edificios de oficinas, similares a otros, por lo que pasan «desapercibidos», y reducen los riesgos de posibles salideras.
Como valor agregado, los clientes disponen de amplias salas de reunión para efectuar transacciones. «Ya se firmaron más de 4000 escrituras en nuestras oficinas», dice el CEO de Hausler.
Los precios están en línea con los importes de los bancos. La caja más chica de Hausler, de 10 x 15 x 40, tiene un costo mensual de $ 1300 con IVA incluido. La que le sigue, 10 x 15 x 60, sale $ 2100. En INGOT, el servicio se abarata en contratos más largos. La caja más pequeña, de 10 x 15 x 60, cuesta $ 3320 por 48 horas. Por mes, asciende a $ 5534 (con una cobertura de u$s 50.000) y $ 6159 (por un monto de u$s 100.000). De forma anual, la primera cuesta $ 22.138, mientras que la segunda sale $ 29.638. En el BBVA, una caja de 10 x 15 x 50 tiene un valor mensual de $ 1869.
Con el crecimiento de la industria, aparecen nuevos jugadores. En el sector, comentan que en los próximos meses surgirán dos nuevas compañías. También crece la oferta fuera de Buenos Aires, con propuestas como la de Blinbox en Córdoba y Seguranza en Santa Fe.